sábado, 28 de marzo de 2020

De la ansiedad

Tengo claro que hay gente que sufre ansiedad real, que le cuesta respirar y le dan ataques y esas cosas, así que siento que andar por la vida hablando de tener ansiedad así nada mas, es como cuando dices que andas deprimida porque tienes un poco de pena, siendo que existe la depresión real for real, que es una enfermedad y es grave.
Dicho esto... ay esta ansiedad que no se quita.
Lo cierto es que la ansiedad en mi es un sentimiento o una compulsión que ignoro hasta que me doy cuenta de que estoy hablando mas de lo normal o estoy teniendo bruccismo, o cosas así.
Cuando dejé de estar apatronada dejé de tener bruccismo nocturno, lo que fue muy bonito, pero de un tiempo hasta ahora comencé a tener bruccismo diurno, que es mucho mas nice, porque simplemente te das cuenta que estas apretando los dientes de día y te dices a ti misma que hay que cortar el hueveo. Todo fácil.
Cuando empezó esta cuarentena de buena voluntad y de autocuidado, antes de que se decretara en 7 comunas en santiago (excepto recoleta que está entre -literal- independencia y providencia y la Reina que es una extensión de Las Condes -seriously?-), empecé a ver en las redes sociales mucha cosa respecto a la ansiedad, desde tips para no aburrirse hasta cosas sobre la salud mental. Yo encontraba que todo eso ya valía callampa porque yo ya tengo mis propios planes de cuarentena. De hecho los días se me hacen cortos porque planeo demasiadas cosas.
Pero que una tenga cosas para hacer no es algo que inhabilite a la ansiedad.
Hace un tiempo atrás, me estafaron, por estafa telefónica, como si yo fuera un adulto mayor que cree que se ganó un premio. No daré detalles de la estafa porque loco, qué vergüenza, pero lo cierto es que pasó. Y entre mi intento de racionalizar mi estupidez llegué a la conclusión de que entre tanta información, entre tantas cosas de las que hay que estar pendiente, entre tanto esforzarse por ser esceptico y por la grave sanción que aplica una misma al ser estúpido, pues de pronto se da el fenómeno de que se adormece la incredulidad. Es como "dios santo, debo creer en algo".
Se da el mismo fenómeno cuando una anda comiendo sano por la vida y de pronto aparece un brownie con helado detrás de un arbusto, y te ataca y así tan sensual como aparece te lo tienes que comer, porque él se lo buscó.
Supongo que a veces una puede darse el lujo de ser estúpida, o crédula, y creerse ciegamente que un perro puede ser la mezcla de un conejo con un perro, porque la mayor parte del tiempo estás corroborando información, luchando contra el sesgo de confirmación y esas cosas.
Por ejemplo, la otra vez leí un twitter de que una señora random, en el barrio alto, fue a la librería, compró como 1 palo en libros y que cuando ya se estaba yendo le comenta a los vendedores que su hija estaba en cuarentena, que había dado positivo para el coronavirus y que ella misma estaba esperado los resultado de su examen.
En la historia, la vieja volvía al día siguiente, porque quería hacer una devolución y antes la negativa de los vendedores a atenderla, ella les dice que no se preocupen, que son jóvenes, que el virus no debería afectarles tanto a ellos... básicamente "me importa una raja contagiarlos y a ustedes tampoco debería importarles".
Y toda la historia se me hizo creíble, porque ya tengo mi prejuicio de los cuicos, porque mas tarde salió la noticia del zorrón que sin dignarse a comprobar su diagnóstico, no encontró nada mejor que ir a meterse a un matrimonio en temuco o el otro viejo cuico que chocó en la florida y expuso también a medio mundo, así que una historia mas de desconsideración por parte del cuico no se me hizo inverosímil.
Pero lo cierto es que hasta el día de hoy no estoy segura de que la historia de la mujer que fue a la librería del barrio alto sea cierta, solo es un caso de "la verdad, ni me sosprende".

No hay comentarios:

Publicar un comentario