martes, 10 de marzo de 2020

La rubiedad del Rey

Mi mamá sufre el delirio de que su hija es rubia.
Cuando estaba chica, mi mamá me lavaba el pelo con manzanilla, porque había que hacer visible la rubiedad escondida que tenía yo y que al parecer solo ella podía ver.
Mi mamá me dijo que cuando yo nací tenía los ojos azules. Afortunadamente ella era consciente de que todas las guaguas nacen con los ojos azules. Rodrigo me explicó que lo que en realidad ocurre es que las guaguas nacen con una película protectora de los ojos, que le da ese efecto azul.
Yo solo he visto guaguas recién nacidas en la tele, que probablemente no son recién nacidas reales (porque si lo son, weón, qué pena), así que en realidad no sé nada de ojos azules lactantes.
El delirio de mi mamá sigue en la actualidad, y me causó un episodio de bullying en el colegio, cuando tenía como 10 años.
Ocurría que como toda mujer, mis piernas eran peludas, pero mi mamá siempre me dijo que los pelos de mis piernas eran rubios, que apenas se notaban, porque obvio que yo era rubia.
Por mucho espejo que tengas, si tu mamá te dice desde siempre que eres rubia, te lo crees, sobre todo si entre el montón de pelos evidentes hay uno que otro descolorido. "Tal vez soy yo la que me veo estos pelos y nadie mas, tal vez mi hirsutismo piernístico es como la gordura que se ven las anoréxicas". La anorexia es una variable en esta historia. Los medios de comunicación, los documentales alarmantes y cualquier intento de campaña contra los desórdenes alimenticios que se haya hecho, hicieron bien su trabajo conmigo, demasiado bien... Siempre me dije, "si me encuentro gorda pero todos me dicen que estoy flaca, les voy a creer, a la mierda si me cuelga la guata o se me revientan los talones por la gordura, le creeré al resto".
La cosa es que en 5to básico, un día de verano, me saqué las pantys y me presenté en el colegio con jumper y calcetas. Calcetas hasta el talón, dejando completamente expuestas mis piernas peludas con disque pelos rubios... pelos ABC1.
-Cortale los pelos, Cathy- me dijo un compañero, al que ignoré, porque wn, obvio que era un fijón, si yo tenía los pelos rubios.
La experiencia no fue tan terrible como se puede imaginar, porque yo, al igual que la mujer del stand up comedy que vi en Netlifx, tenía la autoestima de un hombre de 85 años. Lo cierto es que en el bullying nunca me afectó la calidad de lo que me decían sino mas bien la cantidad. Mas que herir mis sentimientos, me hinchaban las pelotas.
Pero llegué a la conclusión de que no era rubia y sin conocer la historia del traje del rey experimenté lo que probablemente sintió ese pobre señor cuando el niño le dijo que estaba en pelota. Así que tomé medidas extremas y me puse calcetas largas, que me tapaban la parte mas peluda. Problema resuelto.
El problema no se resolvió, los pelos fueron algo que me amargó la vida durante mucho tiempo de la juventud.
Mi mamá (ustedes a esta altura se deben preguntar por qué le seguía haciendo caso a la mujer delirante), como toda madre de su época, afirmaba tajantemente que no había que afeitarse, porque disque el pelo sale mas grueso después. Así que obvio que había que sacarme los pelos con cera caliente y sufrir, porque si una se los arrancaba constantemente me iban a dejar de crecer, tal como a ella en la actualidad, que le salen 4 pelos en las piernas.
Lo que ambas ignorábamos es que a ella le salían menos pelos en las piernas porque tenía mas mala circulación que yo y que no existía relación con la cera caliente, porque wn, mi papá y mi abuelo también tenían pocos pelos en las piernas.
Así fue como buena hija del patriarcado me sometí a la tortura de la cera caliente, que no dejó de doler montones hasta que pillé a una peluquera que tenía toda una técnica que hacía todo mas indoloro. Pero las peluqueras cuestan plata, así que no siempre lo pude hacer.
Ya como a eso los 20 y algo, una amiga me contó que se había dado cuenta de que afeitarse las piernas no le generaba mas pelo y que el efecto "pelado" le duraba varios días, así que le empecé a copiar.
Luego, mi ex, cuando no era mi ex aún, me informó que había leído un paper o visto un documental, o había leído un artículo en la revista Cosmopolitan... algo así, que habían descubierto o afirmaban que el pelo no crecía mas o menos por afeitarlo, sino que daba la impresión de salir mas grueso porque las raices suelen ser gruesas y es lo primero que siente cuando te tocas la zona afeitada luego de dos o tres días.
Yo intenté difundir la palabra con mis amigas pero todas me mandaron a la chucha, porque como algo que les simplifique la vida iba a ser cierto...
Mi mamá sigue creyendo que es pecado afeitarse las piernas.
Pero mi problema pelístico no acabó con eso, porque mas tarde conocería los beneficios del corticoide.
Si bien una tiene que agradecer no haberse convertido en Jabba, uno de los cambios ocasionados por el corticoide fue la vellosidad no deseada. "Estúpido, mis estándares de belleza establecidos por el patriarcado, idiota".
Me salieron pelos en la espalda baja, en las mandíbulas y en las mejillas, justo debajo de los ojos. Todos, lugares inafeitables, porque me habría terminado cortando.
Intenté sacarme un pelo de las mejillas con una pinza, pero me quedó un enorme punto rojo y me dolió demasiado para que valiera la pena.
Entonces le comenté a mi mamá que me había vuelto una mujer peluda y adivinen que me dijo cuando me miró los pelos...
-Aaaah, pero son finitios, y son rubios, ni se notan.
Como ahora estaba bajo los efectos del corticoide no me dió la paciencia y la mandé a la chucha y le dije que era una mujer delirante, que veía rubiedad donde no la había.
Bueno, todo eso se lo dije que forma mas suave, la ira me la comí.
Finalmente, vi en el llame ya un afeitador miniatura que tiene forma de lápiz labial y que dice depilar todos esos pelos de la cara, porque como es para venderlo al público femenino, no pueden decir que la weá en realidad afeita, porque los hombres se afeitan ¿No?
Bueno, yo fui y me compré la versión china y ahora nadie sabe que fui una Frida Kahlo.
Mi mamá... mi mamá sigue creyendo que soy rubia. Nada que hacer. 

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