Jean Passepartout, tal como dice en La vuelta al mundo en 80 días >>(...) En ninguna parte pudo echar raíces. Estuvo en diez casas, y en todas ellas los amos eran caprichosos, desiguales, amigos de correr aventuras o recorrer países, cosas todas ellas que ya no podían convenir con Passepartout<<.
Basicamente, estaba chato de andar para allá y pa' acá, así que cuando se entera de que Phileas Fogg, >>Un personaje cuya existencia era tan regular, que no dormía fuera de casa, que no viajaba, que nunca en un día siquiera, se ausentaba (...)<<, buscaca un criado, la oferta se le hizo mas que conveniente.
Para allá partió el pobre a trabajar para este hombre tan regular y rutinario, con su cronograma diario prácticamente intachable, porque lo que mas deseaba el pobre Passepartout era el confort de una rutina.
Lo que no pudo presagiar era que justo cuando entró a trabajar con su nuevo amo, en menos de un día, éste decide realizar la apuesta que genera el tema de la historia, y que llegaría diciendo que se irían de viaje, para demostrar que se podía dar la vuelta al mundo en 80 días.
Me dió risa cuando lo leí en su momento, pero ya no fue gracioso cuando yo me convertí en Passepartout, huyendo de un trabajo que me incomodaba profundamente, buscando un mínimo de libertad para poder pensar en mi negocio, para poder empezar a moverme fuera de la oficina, cual Elsa decidiendo que los congelaría a todos, para disfrutar el descanso de una semana, que no fue un descanso real, porque ya el lunes de esa semana me avisaron que me operarían y luego, todo lo que vino después, los sustos, la UTI, el dolor.
Así fue como me encontré yo en mi viaje de 80 días.
-Bueno, esto será mas doloroso que la operación anterior- me dijo el médico ayudante-. Existe también el riesgo de que se rompa una costilla en el procedimiento.
Algo piola, tranquilizador. Pero lo bueno es que una no dimensiona bien el dolor que sentirá hasta que ya es tarde, te metiste en eso y no tienes como volver atrás.
Ahí estaba yo finalmente despertando de mi segunda operación en menos de dos meses, no con uno, sino que con dos drenajes. Al primero médico que vi le pregunté si me habían sacado el pulmón, pero no lo sabía. Finalmente mi mamá fue a contarme que no habían querido sacarlo, porque no se justificaba. La dra que me operó fue a contarme lo mismo y cuando le pregunté si mis costillas estaban bien se sintió profundamente ofendida.
-¿Quién te dijo que te iban a quebrar una costilla? A mi no se me quiebran costillas.
Yo digo que es fácil decir eso cuando evidentemente no ocurrió.
Lo bueno, es que en esta segunda oportunidad tuve que estar solo dos noches en la UTI y no 3, y no permití que me apoyaran sobre mis drenajes para cambiar las sábanas.
Tuve que lidiar con una enfermera estúpida, que me llevó a pensar que es mejor una enfermera de trato cortante pero eficiente que aquella mujer, aparentemente amorosa, que fue a sacarme una muestra de sangre, apoyó mal las jeringas sobre un plástico sobre mi cama y manchó de sangre el libro que tenía planeado leer, que irónicamente resultó ser "A sangre fría".
El libro finalmente no lo leí, porque mi mamá se lo llevó a la casa para limpiarlo y se le quedó en el uber.
Justo cuando creí que me había liberado de las náuseas, bajé la guardia y comí jalea, para después vomitarla.
Pensé que todo mejoraría cuando al fin bajé a la sala común. Llena de entusiasmo pedí una silla de ruedas y puse los dos drenajes sobre ésta para salir a caminar, porque lo que te dice todo el personal médico es que debe moverte para que el pulmón se vuelva a inflar. Soplaba un aparato con 3 pelotitas para ejercitar los pulmones, lograba levantar una.
Mas triste fue aún cuando una señora de unos 50 años, tan recién operada como yo, lograba levantar 2 pelotitas.
La cuarta noche fue del terror. Me dolía el estómago y no lograba ponerme cómoda para dormir. Habré dormido unas 2 horas en total, variando entre el dolor de estómago y el dolos de los tubos clavados en mi pulmón. No me importó, total probablemente al día siguiente me sacaran al menos un tubo.
Pero después de la radiografía de ese día, llega un médico alarmado a decirme que debo hacer ayuno desde ese momento.
-Ocurre que la radiografía de hoy está mas fea que la de ayer, y la de ayer está mas fea que la de anteayer... así que...- "ctm, me van a operar de nuevo" pensé -. Te haremos un escaner, porque puede que el líquido se haya estancado y tengas una neumonía o que esté inflamado...
El delicado médico era el mismo que me amenazaba con quebrarme las costillas.
El ayuno incluyó no tomar mis preciosos medicamentos contra el dolor, por lo que llegó un momento en que estuve pal pico, entre la desesperación de que tendría que estar con los drenajes por mas tiempo del que creía y el dolor, de pronto todo valió verga.
Entonces tuve que ir a hacerme el escaner y todo fue peor, porque tuve que poner mis brazos en una posición dolorosa y solo fue un mar de lágrimas cuando volví a mi camilla. Los odiaba a todos.
Finalmente, como dos horas después, una enfermera buena onda me dijo que el escaner había salido bien, porque al menos el doctor no había dejado indicaciones de nada. Public people.
Entonces, llegó el día siguiente, y los cirujanos de turno me sacaron el drenaje mas doloroso, porque el escaner había salido bien.
Con el drenaje mas doloroso, se me fue la mitad del odio y la rabia con el mundo, pero yo ya había tomado una decisión: fuera cual fuera el resultado de la biopsia, no aceptaría una nueva operación el pulmón.
Y la hablé a mi pulmón porque me puse new age "loco, estamos juntos en esto y tu te quedas conmigo".
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