Estas últimas dos semanas me ha invadido una especie de ataque de humildad que me ha hecho ver el escribir entradas como un acto de soberbia, considerando que no he hecho cosas relevantes para el mundo y que en realidad es es por contar cosas, pues no he hecho nada que el resto no haga.
Pero si nos vamos a poner así, es decir, si nos vamos a tomar en serio semejante cosa, pues mejor pegarse un tiro de una buena vez.
Pero no tengo pistola...
Nah, esas son cosas del pasado, o al menos lo seguirán siendo hasta que me vuelvan a cambiar la dosis del corticoide y tenga que enfrentarme nuevamente al deseo suicida de 48 horas. I can't wait.
El otro día, una amiga me decía "deberíamos escribir cosas, todos los días, para fomentarnos la creatividad y así eventualmente poder hacer una novela".
Yo le dije que vengo haciendo esa huevada desde el 12 años y que estoy tratando de armar una novela desde los 15. Bitch, please.
En un día diferente, caí en la cuenta de que desde hace cierta cantidad de tiempo, yo estaba en un situación de mirar a huevo el arte como herramienta de lucha para cambiar las cosas en el mundo y la cacha de la espada.
Pero claro, una se pone a pensar en por ejemplo, algo tan reciente como la intervención de Las Tesis, y con eso debería bastar para recordar y tener presente que si po, que algo que se puede considerar una simple intervención artística puede calar hondo en la sociedad.
Atribuyo mi pérdida de fe temporal en el arte a la modalidad del meme y la viralidad de cualquier cosa que aparece en internet, porque por lo general los memes o los videos virales de niños cayéndose, son cosas sin finalidad y aunque se ocupen para algo mas adelante, se sienten tremendamente instrascendentes.
Entonces me acuerdo de que yo dejé de ser facha leyendo La Casa de los espíritus a los 17 años.
Bueno, no dejé de ser facha inmediatamente, pero empezó a desaparecer ese concepto absurdo y poco empático de "no eran nah blancas palomas", cuando hablamos de detenidos desaparecidos en la dictadura. Yo, que crecí en una familia facha, donde cada vez que aparecía algún familiar de detenidos desaparecidos o alguien de izquierda en general, mis papás cambiaban la tele, o le echaban chuchás a la persona que apareciera... Mis papás, que se entretuvieron tanto cuando Gladys Marín fue víctima del guanaco.... Así me criaron.
Pero esas cosas a una se le olvidad, porque es mas fácil para una hacerse creer que siempre se fue progre, vegana y feminista. Pero no, alguna vez fui facha y machista...
Y bueno, me puse a pensar en todas esas cosas como el arte y el impacto en la sociedad porque mi mamá hace un par de días se puso a ver dos películas en Netflix.
La primera fue "La noche de 12 años", que es una película basada en los 12 años que estuvo preso Pepe Mujica, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernandez Huidobro.
En el principio de la película, podemos ver como los guardias de la cárcel le ponen una capucha a uno de los presos y le echan agua encima para que se ahoge. Luego, le ponen cosas en las ventanas para que no entre la luz.
Y ya con eso, mi mamá la facha, la "no estaban nah rezando el rosario", la "los comunistas también mataron gente", se puso a maldecir a los guardias/milicos. Al principio me aguanté las ganas de decirle "mamá, acá le hacían lo mismo a la gente, y cosas peores".
En un momento, por razones que no recuerdo, mi mamá se aburrió un poco de la película y decidió poner otra: Sulla mia pelle, que narra los últimos días de un joven italiano llamado Stefano Cucchi. Spoiler? How cares?
La película narra un caso de brutalidad policial que se hizo famoso en italia, básicamente porque unos pacos tomaron preso al protagonista de la historia y le sacaron la cresta.
Cuando vi a mi madre espantada porque los pacos italianos le habían sacado la cresta a "este pobre cabro" al que encontraron con hachís y cocaína en posesión, yo ya no me aguanté la odiosidad y le dije que ese chiquillo no eran nah una blanca paloma y que en algo andaba para que los carabineros le pegaran.
Me dijo que no, que no andaba con droga, que lo estaban inculpando.
No es cierto, si andaba con droga, pero lo importante es que mi madre terminó incorporando, en parte, el mensaje de que los pacos no pueden andar agrediando a la gente porque se les para la raja.
Es una película que logra hacerte empatizar con el protagonista, y que de alguna forma le hace justicia. Yo no necesité ver toda la película para indignarme, mi mamá la vió hasta el final y pensé que tal vez ella no deba ver cosas que traten sobre la pérdida de un hijo.
El lado bueno es que le tocó una fibra, le ayudó a ver las cosas con otra perspectiva y a romper un poco el molde de sus propios prejuicios. Porque lo de ella no es falta de empatía, es solo un mal enfoque.
¿Por qué sé que hizo un efecto en ella la película? Porque al día siguiente, estábamos viendo las noticias y mostraron imágenes de un hombre que iba apresado por los pacos, acá en chile, acusado de homicidio, y mi mamá comenta "bueno, al parecer no le han pegado, porque al menos no lleva moretones, menos mal". Así es, ahora es una mujer que quiere que no le peguen a los presos, por mucha carencia de blancura palomicidad tengan.
Luego terminamos de ver la película sobre Pepe Mujica y al final de la película le dije que acá habían hecho lo mismo.
En fin, las muestras artísticas si sirven y me siento un poco orgullosa de la evolución de mi mamá.
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