viernes, 7 de febrero de 2020

Problemas sin solución

Yo y el café tenemos un problema. Un problema mas allá de lo estereotipo de ser adicto al café y del drama conceptual de ser el tipo de persona que lee tomando café.
Hoy me tomé una taza al desayuno, luego me dió por tomar otra a eso de las 12 y después de almuerzo quería café otra vez.
Así que busqué cuánto era lo máximo de café recomendable al día y bueno, son 3 tazas... o creo que 4, ya lo olvidé.
El tema es que no tomaré café a la once.
¿Qué habíamos dicho de las cosas irrelevantes y de la soberbia de contar la propia vida? Que es bullshit, este blog se llama diario de vida con filtro y por lo tanto no tiene mas pretensiones.
Hablando de pretensiones, aunque no tiene nada que ver, tengo también todo un problema mecánico/logístico con el tema de escribir. Me explico. No me gusta escribir en el notebook, porque no visualizo bien las cosas que he escrito, y puedo estar horas teclando y siento que no escribí nada.
Por otro lado, escribir en papel tiene problemas mas mecánicos que filosóficos, como es el simple hecho de que me duele la mano y de que me da miedo la tendinitis porque es algo que le puede dar a la gente.
Mas psicoseada quedé luego de operarme, cuando perdí como el 70% de movilidad en el brazo izquierdo temporalmente y durante todo ese tiempo le di como caja a mi pobre, pobre, pobre mano derecha.
Entonces... el café.
Mi problema real con el café comenzó cuando me acostumbré a tomarlo sin azúcar, porque antes de eso simplemente tomaba café de vez en cuando porque le estaba huyendo al azúcar. Pero entonces me pasaba que la desconsiderada gente que vive conmigo se ponía a tomar café al desayuno y me llegaba el olor y mientras yo me tomaba ese insípido te verde.
"Se acabó", dije un día "me acostumbraré al café sin azúcar porque también quiero tomar café!" y dicho eso salí de la fila del banco ante la mirada extrañada de los otros clientes.
Y bueno, ahora resulta que quiero café.

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