miércoles, 13 de noviembre de 2019

Un poco de frivolidad o ¿Qué tan fácil te puedes volver única y detergente?

Hace semanas atrás, meses quizás, en otra época lejana donde la rabia solo se encontraba en las redes sociales y parecía que jamás saldría de ahí, leí un comentario en un grupo de facebook burlándose de los únicos y diferentes. Decía "me encanta leer café y tomar libros". Me reí, es gracioso, es una mezcla de varios memes de mi juventud.
Ahora bien, el fin de semana me encontré ante un hecho que me hizo sentir sumamente única y detergente.
Pero tengo que contar la historia completa.
Todo comenzó hace meses... muchos meses, así como seeeeis meses, o tal vez mas. Todo comenzó en el verano, cuando ya podía, al fin, escuchar completo Combinación Clave y empecé a cachar que hacían concursos regalando libros.
Hay días, en que los libros valen callampa, como una vez que regalaron uno de Cohelo y hasta ellos mismos se agarraron para el hueveo, y otras veces son libros que siempre me quise ganar pero que no lo sabía hasta que los mencionaban porque entonces me enteraba de su existencia. Otras veces... son libros de Baradit...
La cosa es que cuando el libro vale la pena yo concurso. La verdad es que el concurso no requiere ningún esfuerzo real, basta con que twittees qué libro te quieres ganar con el hashtag del programa y etiquetando a la radio y a megustaleer... tampoco es como que haya que saber mas que un niño de quinto básico, ni en qué año se inventó la aspiradora ni cuál es la rama de la ciencia que estudia... tampoco hay que saber la definición de palenteozoología... en fin.
La cosa es que nunca gano, porque buena suerte en el amor, mala suerte en el juego, pero, pero, pero... al parecer el concurso de la clave no se puede considerar un juego, así que dos días antes del 18 de octubre, Fernando Paulsen me condecoró como ganadora del libro y dijo mi nombre de usuario al final del programa. Porque obvio que fue él quien tomó la decisión de a quién se lo daba.
Mi triunfo, ya bastante carente de mérito, tiene menos mérito aún si consideramos que "competí" como contra  otros 4 usuarios que también quería el libro y siguieron las instrucciones. Entre ganar el libro y encontrar un asiento vacío en la micro desde Talagante-Santiago a las 10 de la mañana no hay mucha diferencia estadística... creo.
Y bueno, ocurrió que por esos días yo estaba leyendo una novela, ya ni recuerdo cuál (creo que era Grandes Esperanzas, pero no es relevante), por lo que no me pude poner a leer altiro el libro y se quedó tan plastificado como venía en el estante. Igual estaba por terminar la novela y mi plan era luego... tenía muchos planes.
Mi rutina de leer novela-ensayo-novela-ensayo por la eternidad estaba planificada de la siguiente forma: Novela clásica, algún libro sobre la Segunda Guerra mundial (porque si, leí un libro sobre la primera y quedé sumamente metida... me muero de ganas de saber cómo lo hará Alemania para salir de ésta... Ok. no), otra novela archiconocida, un libro sobre Napoleón (porque quedé metida con el libro de la revolución francesa que leí que llegó hasta Napoleón y me deja un enorme vacío en conocimientos históricos y por supuesto "¿Cómo lo hará Napoleón para salir de ésta?!), ooootra novela, revolución Rusa, Novela, un ensayo de Helen Fisher sobre el amor, mas novela, un libro sobre los mayas que compré por allá por el 2016 pero que me di cuenta que no podía leer sin una libreta al lado para ir anotando cosas... etc.
Pero entonces llegó el 18 de octubre, pasamos al lado de la micro que se quemaba en Baquedano, llegamos a la casa y nos enteramos del estado de emergencia, toque de queda... la zorra había comenzado. Las redes sociales se llenaron de fachos pobres deseándole la muerte a todo aquel que tuviera la osaría de atentar contra un supermercado y a mi me bastó con eso para sentir un hedor a dictadura que se acentuaba pensando en todas aquellas personas que ya habían vivido la peor parte desde el 73 en adelante y de cómo les afectaba ésto. Ya no podía ponerme a leer sobre guerras.
Así que me puse a leer "A sangre fría" porque claramente un libro sobre un caso real de asesinato múltiple que termina con los autores ahorcados es una lectura muy relajante.
Y bueno, terminé de leer el libro el fin de semana y entonces, fue que descartuché mi libro de premio.
La cosa es que hace tiempo que no leo libros físicos, porque soy una mujer pobre que solo puede leer en pdf (que mal). Pero soy una mujer pobre que en algún momento de la vida tuvo dinero para comprarse un e-reader, así que puedo leer los pdfs en dicho aparato (que bien). Pero el problema con los pdf es que no me deja modificar el tamaño de la letra, y si es muy chica, pues no puedo leer ninguna huevada (que mal). Pero existen los epubs que si se pueden modificar (que bien).
Luego de esta vuelta, prosigo. Como no leo libros físicos hace tiempo, había olvidado todas esas sensaciones de toquetear el papel, oler el libro y ese cálido color amarillo de las hojas. La sensación de leer un libro físico fue casi tan maravillosa como comer papas fritas después de estar un mes a dieta. O comer brownie con helado después de estar un mes a dieta. O de comer cualquier huevada después de estar un mes a dieta.
Así que ahí estaba yo, jalándome el libro mas que leyéndolo.
Pero no lo terminé porque son varias historias y decidí que mejor lo dejaré para leerlo en el metro o cuando ande en la calle, ya que con el e-reader no me puedo dar semejante lujo, porque la weá se ve como una tablet y eso puede generar que me lo quieran robar, solo para descubrir que ahí solo se puede leer.
Ahora estoy leyendo Alicia en el país de las maravillas porque quiero evadir la realidad. Y porque decidí que leeré cuentos durante un tiempo. Mis otros planes de lectura se encuentran suspendidos.

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